Cuando bajan las temperaturas, nuestra rutina se va ajustando: necesitamos ropa más abrigada, pasamos más tiempo en espacios cerrados y la piel empieza a enfrentar nuevos desafíos. El aire seco, las bajas temperaturas y la calefacción reducen la humedad ambiental y esto se traduce en una sensación de tirantez, sequedad, enrojecimiento o descamación. Aunque las cremas y cuidados externos son importantes, existe un factor clave que a menudo se pasa por alto: la alimentación.
Lo que comemos no sólo influye en nuestra energía o en cómo funciona nuestro organismo. También tiene un papel fundamental en la salud y la apariencia de la piel. A través de los alimentos, podemos reforzar la hidratación, estimular la regeneración celular y aportar los nutrientes necesarios para mantenerla protegida frente a los meses más fríos del año.
Nutrientes para fortalecer la piel
Así como en verano solemos enfocarnos en protegernos del sol, cuando llega el frío debemos pensar en cómo ayudar a la piel a mantenerse flexible y nutrida desde dentro.
Estos son algunos aliados clave:
VITAMINA C
Es uno de los nutrientes más relacionados con la producción de colágeno, una proteína fundamental para mantener la firmeza y la elasticidad de la piel. Además, la vitamina C tiene un potente efecto antioxidante que ayuda a contrarrestar el daño causado por los radicales libres. Se encuentra en cítricos como la naranja, la mandarina y el kiwi, pero también en alimentos menos evidentes como el pimiento rojo, el brócoli o las fresas.
VITAMINA E
Conocida como “la vitamina de la piel”, su función principal es proteger las membranas celulares del daño oxidativo. Favorece la reparación de los tejidos y ayuda a mantener la piel más suave. Puedes obtenerla a través de frutos secos como almendras y avellanas, semillas de girasol o aceites vegetales de calidad, como el de oliva virgen extra.
ÁCIDOS GRASOS OMEGA-3
El frío tiende a deshidratar la piel y los ácidos grasos omega-3 son una ayuda esencial para mantener la barrera lipídica en buen estado. Esta barrera es la que evita la pérdida excesiva de agua y protege frente a irritaciones. El salmón, las sardinas, el atún, las semillas de chía y las nueces son excelentes fuentes de este nutriente.
ZINC
Se trata de un mineral con un papel muy importante en la cicatrización y la renovación celular. Una dieta con suficiente zinc ayuda a mantener la piel más resistente frente a agresiones externas. Está presente en alimentos como mariscos (especialmente ostras), carnes magras, legumbres y calabaza.
AGUA Y ALIMENTOS LÍQUIDOS
No se puede hablar de piel sana sin hablar de hidratación. Aunque en invierno solemos beber menos agua porque la sensación de sed disminuye, el cuerpo la necesita igual. Además de beber suficiente líquido, se puede reforzar con alimentos hidratantes como sopas, caldos, infusiones calientes, frutas como la pera o la manzana y verduras como el pepino o el calabacín.
¿Qué alimentos conviene limitar?
De la misma manera que ciertos nutrientes ayudan a proteger la piel, hay otros que pueden empeorar su estado durante el invierno:
Azúcares refinados: favorecen la inflamación y pueden contribuir a la aparición de imperfecciones y envejecimiento prematuro.
Grasas trans y ultraprocesados: dificultan la regeneración celular y afectan negativamente la barrera protectora de la piel.
Exceso de sal: puede aumentar la retención de líquidos y dar una apariencia más apagada.
Alcohol: deshidrata de manera significativa y debilita las defensas de la piel, haciéndola más sensible al frío.
Pequeños hábitos para cuidar tu piel
Además de elegir bien los alimentos, existen ciertas rutinas que pueden potenciar los beneficios de una buena alimentación:
- Mantener horarios regulares de comidas: así se evitan bajones de energía que repercuten en el aspecto del rostro.
- Combinar variedad de colores en el plato: en los vegetales, cada color aporta un conjunto distinto de antioxidantes y fitonutrientes beneficiosos.
- Incluir proteínas de calidad: huevos, pescado, legumbres o yogur natural ayudan a regenerar tejidos y mantener la estructura de la piel.
- No olvidar las grasas saludables: aguacate, aceite de oliva y frutos secos aportan elasticidad y luminosidad.
- Apostar por preparaciones calientes y reconfortantes: las sopas de verduras, los guisos con legumbres o cereales y las infusiones no solo nutren, también ayudan a mantener el cuerpo en equilibrio en los días fríos.
El cuidado de la piel no se trata únicamente de productos cosméticos. Se construye día a día con los nutrientes que ingerimos, con el agua que bebemos y con los pequeños hábitos que repetimos. Preparar tu piel para el invierno a través de la alimentación es una forma de cuidarte de manera integral: más energía, un sistema inmunológico reforzado frente a resfriados y un rostro que refleja salud también desde dentro.
Comentarios recientes