En otoño, la naturaleza experimenta un precioso cambio cromático, pintando de amarillos, marrones y ocres toda la variedad de verdes estivales. Asimismo, los frutos que nos ofrece durante los últimos meses del año se van adaptando a un clima más frío.

Los alimentos otoñales nos ayudan a combatir los efectos de este cambio de estación, como el cansancio y la falta de energía, y a fortalecer el sistema inmunitario para prevenir gripes y catarros.

Si bien hoy en día podemos comprar una gran variedad de productos durante todo el año, es en su temporada cuando podemos aprovechar todas sus propiedades y nutrientes, y su consumo es más ecológico y económico.

Alimentos protagonistas del otoño

Higos

Junto con las brevas, son una de las frutas más características del otoño. Empiezan a aparecer a principios de septiembre y su temporada es tan corta que pocos años aguantan hasta finales de otoño. 

Tienen grandes propiedades nutricionales. Son ricos en minerales como el potasio, el calcio, el hierro, el magnesio, el fósforo y el manganeso; y son fuente de una gran cantidad de vitaminas -como la A, la K y gran parte del grupo B-.

Al ser una fruta de alto valor energético, son ideales para superar los efectos del cambio de estación, como el cansancio y la astenia. Junto con el plátano, son una de las frutas más adecuadas para las personas que practican deporte de manera habitual.

Asimismo, son fuente de hidratos de carbono y fibra, y son muy recomendables para regular el tránsito intestinal.

Manzana

Existen muchas variedades y algunas de ellas presentes también en primavera o verano, pero su máxima producción se sitúa en los meses de otoño

Rica en agua, fibra, minerales -potasio, zinc, manganeso, yodo- y vitaminas C y E, esta fruta es una de las más completas y saludables que podemos consumir.

Entre sus múltiples beneficios, bloquea la absorción de colesterol, protege de la inflamación relacionada con enfermedades cardiovasculares y coronarias, tiene un gran poder antioxidante, mejora el sistema inmune, disminuye la fatiga y cuida de nuestros dientes.

Mango

Si bien por importación encontramos esta fruta durante todo el año, en nuestro país la temporada de mangos se inicia a principios de septiembre y abarca hasta mediados de noviembre.

Fuente de aminoácidos, vitaminas A, C y E, flavonoides y una gran cantidad de minerales -calcio, yodo, potasio, hierro y magnesio-, su consumo habitual es muy beneficioso para nuestro organismo.

El mango cuida la vista, especialmente la ceguera nocturna, los errores de refracción y los ojos secos. Al contener enzimas digestivas, beneficia los procesos digestivos y evita el estreñimiento. Asimismo, es beneficioso para la piel, combate la anemia y mejora la memoria.

Naranjas y mandarinas

Los cítricos, ricos en vitamina C, son los grandes aliados de los cambios de temperatura por ayudarnos a fortalecer el sistema inmunitario, evitando catarros y resfriados.

Las naranjas y las mandarinas también son fuente de vitamina A, ácido fólico, fibra y minerales como el magnesio y el potasio.

Entre sus propiedades, regulan el colesterol, son perfectas para casos de anemia y previenen enfermedades cardiovasculares. Además, mejoran el estreñimiento gracias a sus efectos laxantes.

Uvas

Altamente antioxidantes, esta fruta es perfecta para la prevención del envejecimiento prematuro. 

Las uvas contienen todas las vitaminas del grupo B y son ricas en ácido fólico y minerales como el potasio, el magnesio, el hierro y el azufre.

Su consumo habitual produce efectos antiinflamatorios y desintoxicantes. Igualmente, favorece el sistema cardiovascular, el funcionamiento de los riñones, cuida la vista y produce un efecto diurético que nos permite eliminar de manera natural el exceso de líquidos retenidos.

Granada

Esta es otra fruta con grandes propiedades antioxidantes de la temporada de otoño. 

Rica en minerales -potasio, hierro, magnesio, calcio, fósforo, manganeso-, flavonoides, taninos y vitaminas A, B y C, la granada favorece la digestión, es un potente hidratante para pieles secas y previene la hiperpigmentación.

Su consumo habitual tiene grandes beneficios para nuestro corazón. Asimismo, previene la pérdida de memoria y refuerza el sistema inmunitario, ideal para combatir las enfermedades derivadas de cambios de estación.

Calabaza

Esta es otra de las hortalizas protagonistas del otoño. Su versatilidad nos permite incorporarla a cualquier tipo de receta: cremas de verduras, risottos, purés, incluso postres como pasteles o puddings.

La calabaza es rica en proteínas, hidratos de carbono, fibra y agua. Además, aporta una gran cantidad de minerales entre los que destacan el calcio, el magnesio, el sodio, el yodo, el zinc y el potasio; ácido fólico, betacaroteno, vitaminas B y C, licopeno y ácidos grasos omega 3.

Su ingesta es beneficiosa para el sistema cardiovascular y fortalece nuestras defensas. Cuida la vista y la piel, favorece el aparato digestivo y urinario, y es altamente antioxidante.

Setas

Cerramos la lista con otro alimento típico del otoño y uno de los que más amantes acumula por su valor gastronómico.

Las setas son fuente de proteínas de alta calidad y ricas en fibra, minerales -calcio, potasio, zinc, yodo, hierro, magnesio y selenio- y vitaminas A, B, C y D. 

Al consumirlas de manera habitual, fortalecemos nuestro sistema inmunitario, cuidamos de nuestra microbiota intestinal, reducimos el colesterol malo en sangre y prevenimos el deterioro cognitivo.

Una de las propiedades destacables de las setas es su aporte en vitamina B12, esencial para las dietas veganas y vegetarianas ya que principalmente se encuentra en alimentos de origen animal. 

Si bien podemos encontrarlas en muchos mercados, existe la costumbre de recogerlas directamente del bosque. En este caso, debemos tener especial cuidado con las intoxicaciones.