¿Has intentado incorporar un hábito saludable en tu rutina, pero acabas desistiendo a las pocas semanas? ¿Empiezas con mucha motivación, pero poco a poco la vas perdiendo?

La ciencia ha demostrado que incorporar un nuevo hábito a nuestra vida puede resultar más fácil de lo que parece.

Un estudio realizado por el Centro de Investigación del comportamiento de la Salud del Cancer Research UK,  publicado en la revista European Journal of Social Psychology, ha evidenciado que establecer objetivos específicos y acompañarlos de un plan de ejecución totalmente detallado tiene un porcentaje de éxito muy elevado.

En este sentido, si queremos consolidar la práctica deportiva de manera habitual, es necesario concretar la meta en una acción, como, por ejemplo, realizar 45 minutos de ejercicio tres veces a la semana.

Para establecer el plan de ejecución, el estudio recomienda responder algunas preguntas: cuándo, cómo, qué material y recursos necesitamos, y qué acciones llevaremos a cabo para lograrlo.

Los objetivos establecidos deben ser alcanzables, realistas e ir de menos a más. En caso contrario, las posibilidades de éxito disminuyen y la motivación puede verse comprometida. Empezar con una sola meta a la vez, y dividirla en pequeños logros si es muy ambiciosa, nos ayudará a mantener la motivación. 

Es conveniente analizar y controlar nuestro progreso para saber si nos estamos forzando demasiado, si podemos exigirnos más, así como comprender nuestras posibles recaídas.

Premiar los pequeños logros es un refuerzo positivo con un gran impacto en nuestra autoestima. Sin embargo, estos deben ser coherentes con el hábito, ya que no es recomendable premiar un avance con la acción que queremos eliminar.

Crear algún tipo de recordatorio -por ejemplo, una alarma en el móvil para levantarnos del escritorio cada hora y caminar- facilitará la instauración del hábito en nuestra rutina. 

Un hábito se crea cuando el comportamiento se ha transformado en una acción automática realizada sin esfuerzo. Para ello, la repetición es fundamental. 

Si bien cada caso es único, según el estudio mencionado, se necesitan 66 días para esta transformación.

Si la motivación que mueve este nuevo hábito es intrínseca -nace de una voluntad interna para mejorar o cuidarse- las probabilidades de éxito son mucho más elevadas que en el caso de que sea una presión social -extrínseca-.

De igual manera, existen circunstancias externas que tienen un impacto directo en la consecución de nuestro plan. En entornos desfavorables, como asistir a encuentros sociales en restaurantes de comida rápida cuando nuestro objetivo es una alimentación saludable, la planificación previa nos ayudará a sobrellevar la situación. Por contra, los entornos favorables son un precursor que nos facilitará el éxito.

A la vez que existen factores que facilitan la adquisición de un hábito, también encontramos otros que lo pueden perjudicar como:

  • Objetivos poco realistas: es recomendable dividir la meta en pequeños logros para no perder la motivación.
  • Culparnos por no cumplir: uno de los principales motivos de abandono de un hábito es pensar que, si un día no cumplimos, debemos empezar de nuevo o que es un hábito que no funciona para nosotros. 
  • No planificar: es clave reservar tiempo para llevar a cabo las acciones. 

¡Y recuerda: nunca es demasiado tarde para empezar con un nuevo hábito! En nuestro blog encontrarás muchos consejos que te ayudarán a llevar un estilo de vida saludable.