Después de un tiempo de descanso, retomar la rutina puede resultar más desafiante de lo esperado. Volver al trabajo, organizar los horarios y recuperar los hábitos genera una carga extra que muchas veces se traduce en cansancio, tensión y sensación de agobio. En este contexto, la alimentación juega un papel fundamental.
Comer de manera saludable no solo ayuda a tener más energía o a mantenernos en forma. También influye directamente en cómo nos sentimos, en nuestro nivel de estrés y en la capacidad para afrontar los cambios del día a día. Así como algunos alimentos ayudan a mantener la calma y a mejorar el ánimo, otros pueden aumentar la irritabilidad, dificultar el descanso o incluso empeorar el malestar emocional.
Cómo puede ayudarte la alimentación en épocas de más tensión
Cuando el cuerpo está sometido a estrés, se liberan ciertas hormonas -como el cortisol- que aumentan el nivel de alerta. Esto es útil a corto plazo, pero si se prolonga en el tiempo puede afectar el sistema inmunológico, alterar el sueño o provocar una sensación de fatiga.
Una alimentación adecuada puede ayudar a equilibrar esa respuesta. Existen nutrientes que favorecen la producción de serotonina -conocida como la hormona del bienestar-, así como otros que contribuyen a calmar el sistema nervioso o a mantener estables los niveles de energía durante el día.
Triptófano
Este aminoácido, presente en alimentos como el pavo, los huevos, el queso, las nueces o las semillas, es un compuesto necesario para que nuestro cuerpo produzca serotonina de forma natural.
Magnesio
Este mineral también es clave por su efecto relajante. Se encuentra en vegetales de hoja verde, legumbres, plátanos, aguacates y cereales integrales y su consumo habitual ayuda a reducir la tensión muscular y favorece un mejor descanso.
Vitaminas del grupo B
Estas vitaminas están muy relacionadas con el equilibrio emocional y el buen funcionamiento del sistema nervioso, en especial la B6, la B9 y la B12. Se obtienen a través de alimentos como el pescado, los huevos, las legumbres, el brócoli y los frutos secos.
Ácidos grasos omega-3
Presentes en pescados -como el salmón, las sardinas o el atún-, en las semillas de chía y las nueces, ayudan a reducir la inflamación y se han relacionado con una mejor salud mental y menor riesgo de ansiedad.
Qué alimentos es mejor limitar
Del mismo modo que ciertos alimentos pueden ayudarte a sentirte mejor, hay otros que es preferible limitar, especialmente al retomar el ritmo habitual.
Azúcar refinado
Aunque puede aportar un pico momentáneo de energía, baja con la misma rapidez, dejando una sensación de cansancio e irritabilidad. Además, un consumo elevado de azúcar se ha vinculado con cambios en el estado de ánimo y problemas de concentración.
Bebidas con cafeína
En pequeñas dosis pueden ser útiles para activar el cuerpo por la mañana, pero si se consumen en exceso pueden alterar el sueño, generar nerviosismo y aumentar la producción de cortisol.
Alcohol
En el momento de su consumo puede dar una sensación de relajación, pero en realidad interfiere con el descanso y con la capacidad del cuerpo de recuperarse bien. Tomarlo con frecuencia o en exceso puede aumentar la ansiedad.
Productos ultraprocesados
Además de tener poco valor nutritivo, estos alimentos favorecen la inflamación y empeoran el estado general del organismo.
Pequeños hábitos para mejorar el bienestar diario
Más allá de los alimentos en sí, la forma en que los integramos en el día a día también influye en cómo nos sentimos.
- Mantener horarios regulares para comer es un pequeño hábito que tiene un gran impacto. Saltarse comidas o comer a deshora desequilibra el cuerpo y puede hacer que se llegue con más ansiedad a la siguiente comida.
- Hidratarse bien también es fundamental. A menudo se subestima el efecto de la deshidratación, pero puede generar cansancio, dolor de cabeza o dificultad para concentrarse. Beber agua a lo largo del día, sin esperar a tener sed, es una forma sencilla de mejorar el bienestar general.
- Planificar las comidas con antelación, permite tener opciones saludables a mano y evitar improvisaciones poco equilibradas.
- Comer con calma, sin distracciones como pantallas o trabajo pendiente, es otro hábito muy recomendable. Masticar bien y prestar atención al sabor y la saciedad ayuda a mejorar la digestión.
Volver a la rutina puede ser exigente, pero también es una oportunidad para establecer hábitos que te acompañen durante todo el año. La alimentación también puede ser una buena aliada para gestionar mejor el estrés y sentirse mejor para afrontar los desafíos diarios.
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