El buen tiempo, las altas temperaturas del verano, los momentos de ocio con amigos y las vacaciones alteran nuestra rutina y nuestros hábitos alimentarios. Aunque el calor suele reducir el apetito, durante estos meses se tiende a comer en exceso, lo que puede desequilibrar una dieta saludable. 

Hoy, en Sentirse Bien Se Nota, te damos algunos consejos para lograr equilibrar tu alimentación durante la estación más calurosa del año.

Hidratación 

Durante estos meses debemos aumentar la hidratación para compensar la pérdida de agua y minerales. Para un funcionamiento correcto del organismo, beber agua es fundamental ya que regula la temperatura corporal, evita el estreñimiento, facilita el transporte de nutrientes, evita los dolores de cabeza y disminuye la retención de líquidos.

En verano, aumenta la ingesta de alimentos ricos en agua, como frutas y verduras de temporada -zumos, infusiones, sopas frías, smoothies, gazpacho, etc.- y, aunque no tengas sed, bebe un mínimo de 2 litros de agua al día.

Alimentos crudos y de temporada

Con la sudoración, nuestro organismo pierde gran cantidad de vitaminas y minerales que debemos reponer mediante la alimentación. Las frutas y hortalizas presentes en verano -tomate, sandía, pepino, calabacín, melón, melocotón, etc.- son muy ricas en agua, bajas en calorías y fuente de grandes cantidades de vitaminas y minerales.

El cambio de la rutina alimentaria también puede manifestarse en forma de estreñimiento. Para evitarlo, aumenta el consumo de alimentos ricos en fibra: frutas -fresas, naranjas, plátanos, kiwi-, verduras de hoja verde -acelgas, espinacas- y cereales -quinoa, arroz, bulgur, pasta-.

La ingesta de alimentos crudos permitirá que la temperatura de nuestro organismo se mantenga fresca. Asimismo, es su mejor estado para aprovechar todos sus nutrientes y enzimas digestivas. 

Moderar la ingesta de comida

La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) recomienda evitar comidas copiosas y reducir las cantidades consumidas para facilitar los procesos digestivos. Es preferible realizar cinco comidas ligeras que tres de contundentes.

Asimismo, para facilitar los procesos digestivos lo más recomendable es cocinar los alimentos a la plancha, al vapor, a la parrilla, al horno o salteados.

Nutrientes indispensables

Por sus características, existen ciertos nutrientes muy adecuados para equilibrar nuestra alimentación en verano.

Betacaroteno

Una de las principales funciones de este antioxidante es la protección frente a los rayos UVA, especialmente intensos durante estos meses. Consumir alimentos ricos en betacaroteno -zanahorias, mango, espinacas, calabaza, papaya, albaricoques, melón, caquis, melocotón- nos ayudará a combatir los radicales libres. 

Sin embargo, su consumo no exime de utilizar siempre un buen protector solar tópico.

Omega-3

El mar, el sol, incluso el cloro del agua de las piscinas puede dañar la piel y el cabello, dejando una sensación de sequedad. Entre sus funciones, los alimentos ricos en omega-3 protegen la membrana celular, aportando grasas saludables a la dermis y frenando el envejecimiento prematuro de la piel.

Probióticos

Los cambios alimentarios en verano suelen alterar nuestro sistema digestivo. Consumir probióticos nos ayudará a reforzar la flora intestinal, a fortalecer el sistema inmunológico y disminuir las posibilidades de sufrir problemas como el estreñimiento o la diarrea vacacional.

Alimentos que reducir

Los productos ultra procesados, la bollería industrial, el alcohol, las bebidas azucaradas y las grasas saturadas se deben consumir siempre de manera esporádica, pero al incidir directamente en el proceso digestivo y ser productos que favorecen la deshidratación, en verano se deberían evitar.

Asimismo, se recomienda disminuir todos aquellos alimentos que provoquen retención de líquidos porque con las altas temperaturas suele ocurrir con mayor frecuencia.