El cambio climático, la variación de horarios y los hábitos de vida que se producen durante la primavera hacen que, en algunas personas, aflore la astenia primaveral, que se define como aquella sensación de falta de energía, cansancio, pérdida de apetito, estados de irritabilidad y alteraciones del sueño, así como dificultad para conciliarlo.

Estos síntomas van asociados a la alteración de nuestros ritmos circadianos, debido a los cambios que se producen por la primavera, provocando una disminución en la producción de betaendofrina (la hormona que modera el dolor, reduciendo la transmisión y eficacia de estímulos sensoriales).

La astenia suele aparecer durante las primeras semanas de la primavera hasta que nuestro cuerpo se adapta a este cambio climático y de luz. Los efectos suelen ser leves, aún así, es importante que durante este periodo cuidemos más de nuestra salud para que el sistema inmunitario no se debilite.

Astenia y niños

Con el aumento de horas de luz es normal que los niños realicen más actividades y erróneamente podemos pensar que si sufren cansancio o apatía, estos sean provocados por una mayor exigencia o rendimiento diario. Sin embargo, debemos tener en cuenta que los niños también se ven afectados por la astenia primaveral y es importante tomar medidas para tratarla y reducir sus efectos.

De la misma manera que sucede en los adultos, hay niños que tienen más predisposición que otros a padecer astenia primaveral. Un buen estilo de vida puede prevenir los efectos de este fenómeno y, según los expertos, establecer rutinas es la mejor manera de inculcar hábitos saludables a nuestros hijos. Los hábitos y las rutinas son de vital importancia porque aportan seguridad, regularidad, constancia y perseverancia; atributos que son fundamentales en el desarrollo hacia la vida adulta.

Según palabras de Dreikurs, célebre educador y psiquiatra austríaco, “las rutinas diarias para los niños son como las paredes de una casa, les dan fronteras y dimensión a la vida”.

Hábitos y rutinas para prevenir la astenia de nuestros hijos

Ejercicio físico

Es una excelente opción para prevenir la astenia primaveral. Realizando ejercicio físico liberamos dopaminas (relacionadas con la motivación y la recompensa) y endorfinas (vinculadas a estados de felicidad). Asimismo, este desgaste físico producido facilitará que el niño duerma mejor y concilie el sueño con mayor facilidad.

Descansar las horas necesarias

Dormir y descansar las horas necesarias favorece los procesos de atención y memoria, ayuda a consolidar aquello aprendido durante el día y es el momento en que se produce la secreción de la hormona del crecimiento. Así pues, el sueño es esencial para un desarrollo infantil óptimo.

Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), cada niño tiene sus propias necesidades de descanso, que serán las que le permitan realizar las actividades diarias con normalidad y sin sufrir cansancio o fatiga, pero normalmente se sitúan entre 9 y 10 horas en niños y adolescentes menores de 18 años.

Alimentación equilibrada

El aporte óptimo de vitaminas y minerales le proporcionará la energía física y mental adecuada para superar estas primeras semanas de primavera.

Para regular esta energía es necesario realizar cinco comidas al día y mantener siempre los mismos horarios de ingesta. El desayuno, al ser la primera comida del día, es esencial para poder empezar la jornada con energía; por ello, debe ser completo y variado, con raciones de cereales y frutas. 

Durante estas semanas se recomienda aumentar el consumo de alimentos ricos en omega-3, así como evitar los dulces y grasas saturadas.

La hidratación es también importante y los niños deben aumentar la ingesta de líquidos con agua, caldos, infusiones y zumos, que además les aportarán una ingesta extra de vitaminas.

Por último, es recomendable que nuestros niños realicen actividades al aire libre en contacto con el sol para que su cuerpo se adapte al cambio de luz con más facilidad; sin olvidarnos de la protección solar.