Según datos de la Sociedad Española del Dolor, en España hay ocho millones de personas que sufren dolor crónico. Se considera crónica cualquier dolencia que se prolongue en el tiempo más de tres meses y no responda al tratamiento médico habitual. En el año 2008, la OMS lo clasificó como una enfermedad en sí misma y no como un síntoma de cualquier otra.

Existe una relación directa entre la alimentación y el dolor crónico. Si bien es cierto que una buena nutrición no puede sanar esta enfermedad, el consumo de ciertos alimentos con propiedades antiinflamatorias puede reducir el dolor. Asimismo, hay otros alimentos que, por sus efectos inflamatorios, lo empeoran.

El Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas demostró en este Estudio que la dieta occidental aumenta el riesgo de padecer dolor crónico por contener un elevado volumen de alimentos ricos en ácidos grasos omega-6 poliinsaturados, así como alimentos muy ricos en azúcar, refinados y grasas saturadas.

Aunque los ácidos grasos omega-6 son esenciales para la salud, el Informe demostró que, en la dieta occidental, su proporción es demasiado alta en comparación con los ácidos grasos omega-3. Como consecuencia, los omega-6 se acumulan en las membranas celulares, donde acaban oxidándose. Este estrés oxidativo produce una acumulación de residuos que entorpece el funcionamiento normal de nuestros tejidos, aumentando la sensibilidad al dolor.

Llevar una alimentación equilibrada y variada es una de las mejores garantías para cuidar nuestro estado de salud. Además, el consumo habitual de alimentos con propiedades antiinflamatorias y analgésicas favorecen el alivio de algunos síntomas de dolor crónico, causado en muchas ocasiones por la aparición de una inflamación.

¡Hoy, en Sentirse Bien Se Nota compartimos algunos alimentos que no pueden faltar en tus platos!

Alimentos ricos en ácidos grasos omega-3

Consumir alimentos ricos en grasa de calidad es fundamental para una buena salud ya que nos ayudana prevenir enfermedades cardiovasculares y a evitar estados inflamatorios en nuestro cuerpo.

Existen muchos alimentos que nos permitirán ingerir la cantidad diaria de omega-3 recomendada, sin necesidad de tener que recurrir a la suplementación.

El pescado azul es una de las fuentes principales de ácidos grasos omega 3. En especial, destacan las sardinas, los boquerones, la caballa y el salmón. Asimismo, son muy ricos en vitaminas (en especial las del grupo B) y minerales (potasio y selenio).

Siguiendo con los productos del mar, el marisco es un alimento muy rico en este tipo de ácidos grasos. En especial, los langostinos, las ostras y los centollos.

El aceite vegetal es otro de los alimentos imprescindibles en una dieta rica en omega-3, si bien no todos ellos tienen el mismo aporte. Los más recomendables son el aceite de oliva y el de lino.

Otro de los alimentos más asociados a los ácidos grasos omega-3 son las semillas y los frutos secos. En las primeras, destacan las de lino y la chía, y en los segundos, las nueces.

Aunque normalmente este ácido se relaciona con el pescado y los frutos secos, existen algunos vegetales con gran aporte, como los aguacates y las verduras de hoja verde (lechuga y espinacas).

Alimentos ricos en antioxidantes

Los alimentos ricos en vitaminas (principalmente A, C y E) y minerales (selenio, zinc y cobre) tienen grandes propiedades antioxidantes. Su consumo habitual nos ayudará a combatir el estrés oxidativo de nuestras membranas celulares, causante de la inflamación crónica, y favorecerá también la reducción de enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas.

Las frutas y verduras de color azulado -arándanos, moras, ciruelas, uvas, granada, col lombarda, berenjenas…- tienen en común la presencia de antocianinas, un pigmento con grandes propiedades antioxidantes. Su consumo habitual favorece la reducción de colesterol en sangre y regula la presión arterial. Asimismo, la uva destaca por su aporte en resveratrol, un antioxidante relacionado con la disminución de enfermedades como el cáncer o el Alzheimer.

El licopeno, presente en los tomates, las guayabas, la sandía, los albaricoques, el pomelo rosado y otros vegetales rojizos, es otro de los antioxidantes que destacan por sus propiedades beneficiosas para nuestra salud cardiovascular.

El betacaroteno, presente en alimentos anaranjados como la zanahoria, el pimiento, el boniato, la calabaza, así como en algunos vegetales de hoja verde -acelgas y espinacas- es un precursor de la vitamina A. Su consumo habitual está relacionado con la disminución del riesgo a sufrir diabetes del tipo 2.

Otro de los antioxidantes recomendados son los polifenoles, presentes en el cacao, en frutas como moras, arándanos, uvas y en el aceite de oliva. Su consumo habitual tiene efectos vasodilatadores, antiinflamatorios y antitrombóticos.

Asimismo, para que nuestra dieta nos ayude a combatir el dolor crónico, se recomienda evitar todos aquellos alimentos que, por su composición, favorecen la inflamación del cuerpo, incrementando la sensación de dolor. Entre ellos, destacan los procesados y las preparaciones fritas, así como los embutidos y productos con alto contenido en azúcar y en grasas.