La palabra “meditación” proviene del latín meditato, que significa ejercicio intelectual. 

En el siglo XIX, los teósofos adoptaron la palabra meditación para definir las diferentes prácticas de contemplación y recogimiento interior propias del budismo, el hinduismo y algunas otras religiones orientales. Con los años, esta técnica se ha ido desvinculando de propósitos religiosos para enfocarse en un mantenimiento de la salud física y mental. 

Actualmente entendemos la meditación como un estado de relajación que nos permite apagar el ruido externo y conectar con nuestro cuerpo y sus sensaciones, facilitando que adquiramos un estado de calma. El principal objetivo de la meditación es pensar menos y sentir más.

Osho, una de las personalidades místicas más conocidas del siglo XX, incorporó la novedosa idea que la meditación y el movimiento pueden ser un buen complemento. Según él, sentarse y dejar la mente en blanco es más difícil que llegar al estado meditativo a través de la acción, practicando ejercicios que nos permitan enfocar nuestros pensamientos, es decir, meditación activa.

¿Cómo se practica la meditación activa?

Cualquier ejercicio que realicemos, como caminar, nadar o pintar, puede ser una forma de meditación activa. Para practicarla solamente tenemos que integrar en el ejercicio realizado, cuerpo, mente y espíritu, poniendo todos nuestros sentidos y pensamientos en ese momento concreto. Debemos intentar percibir todas las sensaciones sin forzar silenciar algún pensamiento que nos aparezca, pero dejándolo ir.

Una de las meditaciones activas más conocidas es la Meditación Dinámica de Osho, que consiste en 5 etapas con una duración total de una hora.

Fase 1: respiración

Inhala y exhala rápida y profundamente por la nariz, sin seguir un ritmo ni un patrón. La respiración debe ser intensa y activa. Deja que tu cuerpo se mueva si es necesario.

Fase 2: ¡explota!

Deja que salga todo lo que tienes dentro. Da total libertad a tu cuerpo para que exprese lo que necesite sin reprimir nada (llora, grita, canta…). Durante el proceso intenta que tu mente no entre en juicios.

Fase 3: salta

Con los brazos por encima de la cabeza, salta todo lo que puedas mientras recitas el mantra “Hu, hu, hu”. Intenta caer siempre sobre las plantas de los pies e intenta que la actividad sea tan intensa que te agote por completo.

Fase 4: ¡párate!

Párate en la posición que estés. No te muevas y, mientras el flujo de la energía creada se va disipando, observa todas las sensaciones de tu cuerpo.

Fase 5: celebra

A través de la música y el baile, expresa todo lo que te pida el cuerpo, llevando contigo esa vitalidad a lo largo del día.

¿Cuáles son sus principales beneficios? 

  • La meditación nos permite ser conscientes de nuestro ruido mental y nos ayuda a ir silenciándolo poco a poco para focalizarnos en el momento presente.
  • La práctica constante de técnicas meditativas aumenta nuestra capacidad de concentración logrando un mejor rendimiento en nuestra vida personal y laboral.
  • Mejora la memoria y nuestra estabilidad emocional.
  • Mejora la calidad del sueño.
  • Con la meditación aprendemos a relajarnos fácilmente, reduciendo nuestro estrés.
  • Mejoramos nuestro estado anímico.

Además, según un artículo publicado en la revista Scientific American, basado en un estudio realizado por Matthieu Ricard, monje budista y biólogo celular, Richard J.Davidson, pionero en el estudio de la ciencia de la meditación y Antoine Lutz, líder en el estudio de la neurobiología de la meditación, a través de la meditación podemos cambiar nuestra mente.

Este estudio llevado a cabo durante 15 años por la Universidad de Wisconsin en colaboración con otras 19 universidades, en más de 100 monasterios budistas, analizó escáneres de cerebros con decenas de miles de horas de práctica de meditación.

Algunas de sus principales conclusiones fueron que al meditar de forma continuada:

  • Descienden nuestros niveles de ansiedad y depresión.
  • Se activan zonas del cerebro relacionadas con sentimientos de empatía, compasión y amor altruista.
  • Se reduce el volumen de la amígdala, región del cerebro que participa en el proceso del miedo.
  • Hay efectos positivos sobre la molécula telomerasa, encargada de alargar los segmentos de ADN en los extremos de los cromosomas; la enzima que facilita la inmortalidad de las células en la mayoría de los procesos cancerígenos.