Cada vez somos más conscientes de la importancia de incorporar una alimentación sana, variada y equilibrada para favorecer nuestro bienestar físico y mental. Sin embargo, en ocasiones, algunas opciones saludables y deliciosas son poco sostenibles y perjudican la salud de nuestro planeta.

Según indica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “la sostenibilidad de las dietas va más allá de la nutrición y el medio ambiente, incluyendo también dimensiones económicas y socioculturales”. 

Su informe El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el mundo muestra algunos datos impactantes como que en el año 2018, una de cada nueve personas sufrió hambre y más de 700 millones de personas estuvieron expuestas a niveles graves de inseguridad alimentaria; cifras que sustentan la importancia de la creación de patrones de nutrición y sistemas saludables. 

Dietas sostenibles

La FAO define las dietas sostenibles como aquellas que generan un impacto ambiental reducido, que contribuyen a la seguridad alimentaria y nutricional, y a que generaciones actuales y futuras lleven una vida saludable; protegen y respetan la biodiversidad y los ecosistemas; son culturalmente aceptables, accesibles, económicamente justas, asequibles, nutricionalmente adecuadas, inocuas y saludables, y optimizan los recursos naturales y humanos.

La alimentación sostenible se sustenta sobre tres pilares:

Ambiental

Entre el 21% y el 37% de las emociones de efecto invernadero son causadas por el actual modelo alimentario. La producción de alimentos genera un impacto en la huella de carbono, pero también afecta a otros aspectos como el uso del suelo, el paisaje, la diversidad, la huella hídrica… Para afrontar la crisis climática, el sistema alimentario debe pasar por una gran transformación en pro de reducir su impacto ambiental.

Social

Una alimentación sostenible apuesta por una alimentación saludable que a su vez sea accesible para todo el mundo. 

Nuestro sistema alimentario también tiene un impacto a nivel social, afectando directamente a la población que lleva a cabo la producción de los alimentos (condiciones laborales, salarios, población rural…).

Económico

Debemos tener en consideración elementos como el pago de impuestos justo, las relaciones equilibradas con los proveedores o el fomento del empleo rural, entre otros, para que el modelo de alimentación pueda ampliar las oportunidades económicas.

¿Cómo seguir una alimentación sostenible?

No siempre es fácil conocer el impacto real que produce nuestro consumo ni cuáles son los productos más sostenibles. Con el objetivo de ayudarnos a llevar un estilo de vida más sostenible, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) facilita algunos principios a tener en cuenta:

  • Evitar el desperdicio alimentario: independientemente de la huella ambiental que produzca un determinado alimento, lo menos sostenible es tirar la comida. Por eso, desde nuestros hogares, una buena opción es practicar la cocina de aprovechamiento. Aquí encontrarás algunos consejos para evitar tirar la comida.
  • Consumir productos de temporada: al optar por productos de temporada evitamos el uso de fertilizantes para forzar su cultivo y ahorramos energía y emisiones de CO2, lo que supone un beneficio directo para el medio ambiente. Asimismo, no tendremos la necesidad de importar productos de otros países, ahorrando la huella de carbono y el impacto ambiental de las largas distancias. 

Como valor añadido, los productos de temporada están en su punto de maduración y conservan todos sus nutrientes, a diferencia de aquellos cuya producción es forzada en condiciones ambientales poco adecuadas para su cultivo.

  • Apostar por el comercio justo: existen alimentos, como el café, el cacao o el té, que no se pueden cultivar en nuestras latitudes. En estos casos, para favorecer la sostenibilidad social y económica de los países productores debemos apostar por aquellas iniciativas que tienen en cuenta un sistema más equitativo con los pequeños productores.
  • Priorizar los productos frescos: desde un punto de vista sostenible, los productos frescos, además de ser los más saludables, son los que ofrecen una mayor trazabilidad de su origen. 

Junto con los alimentos que elegimos para llenar la cesta de la compra, existen otros aspectos a tener en cuenta si queremos contribuir a cuidar del planeta, como el uso de los electrodomésticos o los utensilios utilizados. Aquí encontrarás algunos consejos para hacer de tu cocina un espacio sostenible