Cada 19 de octubre se conmemora el Día Mundial contra el Cáncer de Mama; una celebración que tiene como objetivo sensibilizar a la población de la importancia de la detección precoz para mejorar el pronóstico y la supervivencia de los casos de este tipo de cáncer.

Con 2,2 millones de casos en el 2020, el cáncer de mama es uno de los tipos de cáncer más comunes. Según datos de la OMS, una de cada doce mujeres lo padecerán a lo largo de su vida y aproximadamente la mitad de los casos corresponden a mujeres sin ningún factor de riesgo identificable, a excepción del género (mujer) y la edad (mayores de 40 años).

Posibles factores de riesgo del cáncer de mama

El principal factor de riesgo del cáncer de mama es la pertenencia al género femenino. Si bien este tipo de cáncer también puede afectar al género masculino, los casos detectados oscilan entre el 0,5% y el 1% de la totalidad.

Aunque no es determinante, el riesgo a sufrir un cáncer de mama aumenta cuando un pariente de primer grado ha padecido el mismo tipo o el de ovarios. Sin embargo, la falta de antecedentes familiares no minimiza el riesgo a su exposición.

Existen algunas mutaciones genéticas hereditarias que también aumentan el riesgo a sufrirlo, como el BRCA1, el BRCA2 y el PALB-2.

El consumo prolongado de hormonas es otro factor de riesgo del cáncer de mama; tanto los anticonceptivos orales como las formas de reemplazo hormonal que se toman durante la menopausia -aquellas que incluyen estrógenos o progesterona-. 

Un inicio de menstruación temprana -menor a los 12 años-, así como una menopausia tardía -superior a los 55 años- también se asocia a un mayor riesgo debido a que la exposición hormonal es más dilatada en el tiempo.

Asimismo, las mujeres con mamas densas tienen más probabilidades de tener cáncer de mama. El motivo radica en que este tipo de mamas tienen más tejido conjuntivo que tejido adiposo y esto dificulta la detección de algún tumor en una mamografía.

Es importante recalcar que tener uno o varios de estos factores de riesgo no garantiza su desarrollo y que muchas mujeres que lo han sufrido no los presentaban.

El cáncer de mama es una enfermedad compleja, multifactorial y su desarrollo puede estar influenciado por una variedad de factores genéticos y ambientales. Detectarlo en su etapa inicial a través de mamografías regulares, así como adoptar un estilo de vida saludable pueden ayudar a reducir el riesgo y mejorar su resultado final.

Cómo podemos reducir el riesgo del cáncer de mama

Aunque no podemos cambiar los aspectos genéticos o hereditarios, existen otros factores que influyen en el riesgo de padecer cáncer de mama que sí podemos modificar.

El sobrepeso y la obesidad son otros de los factores de riesgo a sufrir esta enfermedad, en especial para las mujeres mayores. Llevar un estilo de vida sano y adoptar una alimentación equilibrada te permitirá mantener un peso saludable. Llena tus platos de frutas, verduras, granos enteros, proteínas, grasas saludables y evita los productos ultraprocesados y las grasas saturadas.

El sedentarismo y la falta de ejercicio también aumentan el riesgo de padecer cáncer de mama. Para reducirlo, realiza ejercicio de manera regular. Los expertos recomiendan un mínimo de 150 minutos de ejercicio moderado o 75 minutos de ejercicio intenso a la semana.

Evita la terapia hormonal sustitutiva a largo plazo. Si estás tomando pastillas anticonceptivas o alguna terapia hormonal para la menopausia, habla con tu médico sobre posibles riesgos y alternativas.

En cualquier caso, la detección precoz es fundamental. Realiza regularmente autoexámenes de senos para detectar posibles cambios -bultos, eccemas, engrosamientos, cambios de textura o en la piel-. Si estás en edad de menstruación, el mejor momento para hacerlo es el 5 día posterior al periodo.

Las mamografías son unas pruebas clave para la detección del cáncer de mama, en especial a partir de los 40 años. 

Y, ante cualquier dolor o inquietud, habla con un profesional de la salud para descartar cualquier problema lo antes posible.