Dormir es una actividad necesaria para recuperar el equilibrio físico y psicológico. El sueño es fundamental para el desarrollo infantil porque favorece los procesos de atención y memoria y ayuda a consolidar lo aprendido.

Hoy en Sentirse Bien Se Nota hablaremos de la importancia de la calidad y cantidad del sueño de nuestros hijos para el bienestar de toda la familia.

Al determinar cuánto tiempo necesitan dormir, la Asociación Española de Pediatría (AEP) establece que cada niño es único y tiene sus propias necesidades de sueño, que serán aquellas que le permitan realizar las actividades diarias con normalidad y sin cansancio.

Algunos factores como la edad, el estado de salud y el estado emocional hacen variar la duración del sueño nocturno y según crece el niño, las horas de sueño van disminuyendo; desde unas 16-18 horas al día los recién nacidos hasta unas 8-10 horas los adolescentes.

 

La AEP también constata que si nuestros hijos no tienen un sueño continuo no debemos preocuparnos, los despertares nocturnos son normales. Según la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos del sueño en la infancia y Adolescencia en Atención Primaria, el 20-40% de niños menores de 3 años se despierta por la noche, el 15% a los 3 años y el 2% a los 5 años.

Por lo que se refiere a la siesta, según la AEP no es obligada, aunque es normal hasta los 3-4 años de edad. (En menores de 18 meses una siesta matutina y otra por la tarde).

 

Uno de los momentos que más dificultades puede generar a los padres es la hora de acostar a los niños. Según el doctor Estivill, director de la Clínica del Sueño Estivill del Hospital Quirón-Dexeus de Barcelona, es importante contribuir a que el niño se relaje antes de ir a la cama para que él mismo decida acostarse de forma voluntaria. Es igualmente positivo establecer una rutina para irse a acostar, fijando una hora determinada y avisando unos 30 minutos antes para que el niño se pueda ir preparando y relajando. Otros consejos que podemos llevar a cabo es el uso de la cama solamente para dormir (ni para jugar ni para ver la televisión) y evitar que jueguen con tablets o móviles antes de acostarse, ya que la luz de sus pantallas puede sobreestimularles.

 

Es importante lograr que los niños disfruten de un sueño reparador, ya que es durante el mismo cuando se memoriza lo aprendido durante el día y cuando se produce la secreción de la hormona del crecimiento. Se puede decir que mientras dormimos crecemos física y psíquicamente y un mal dormir puede traducirse en un mal día.