Desde nuestro blog, abogamos por la práctica de hábitos saludables compartiendo consejos con el objetivo de llevar una alimentación sana y un estilo de vida activo

Una nutrición saludable y la práctica habitual de ejercicio físico son elementos fundamentales para disfrutar de un buen estado de salud. Además de ellos, existen pequeñas acciones fáciles de incorporar en nuestro día a día que nos ayudarán a sumar salud. Hoy compartimos algunas de ellas.

Mejorar la postura corporal

Mantener una mala postura corporal de manera persistente puede derivar en problemas musculares y óseos, e incluso en cefaleas. Para mejorar nuestra postura corporal es importante tomar consciencia y corregir algunos malos hábitos como pueden ser curvar en exceso la columna vertebral o forzar la zona del cuello. 

Adoptar una buena postura corporal no solo evitará problemas musculares sino que también mejorará nuestra productividad.

Aumentando nuestra flexibilidad también lograremos corregir ciertas malas posturas que nuestro cuerpo adopta por defecto. Para ello, nos será de gran ayuda practicar disciplinas como el pilates o el yoga.

Hidratación

El agua equilibra la actividad de las células de nuestro organismo, mejora la circulación, beneficiando una correcta distribución de los nutrientes de los alimentos consumidos, y previene la fatiga mental y el mal funcionamiento renal.

Por el contrario, la deshidratación es una de las principales causas de muchos problemas de salud, como los dolores de cabeza, los mareos, el cansancio, los dolores musculares, la mala memoria o el estreñimiento, entre otros.

Agua, caldos o infusiones servirán para hidratarnos de manera adecuada a lo largo del día, incluso si no tenemos sensación de sed.

Entrenar el cerebro

Realizar pequeñas acciones diarias que activen nuestro cerebro puede mitigar o retardar la aparición de enfermedades cognitivas en edad adulta. 

En este sentido, los expertos aconsejan practicar e incorporar en nuestro día a día actividades o sencillos hábitos que estimularán la comunicación entre neuronas, ayudando a fortalecer nuestra memoria.  Algunas de las actividades recomendadas son la lectura, ejercicios de caligrafía con letra ligada, tocar un instrumento musical, pintar un cuadro, aprender un nuevo idioma o realizar juegos mentales como sudokus o crucigramas.

Relajación

En un post anterior hablábamos sobre la relación directa que existe entre el bienestar emocional y el físico y cómo, al cuidar de uno de los dos aspectos, se beneficiaba directamente el otro. Así pues, para garantizar nuestro bienestar físico y evitar la aparición de enfermedades crónicas e inflamatorias, es fundamental actuar en el momento que aparezcan episodios o situaciones de estrés o depresión.

En este contexto, practicar técnicas de relajación de manera regular nos permite aprender a gestionar nuestras emociones, además de ayudarnos a evitar dolores musculares y de cabeza. Aquí encontrarás algunos consejos para aprender a relajarte con pequeñas acciones.

Descanso

Si bien dormir y descansar es esencial para que nuestro cuerpo y nuestra mente se recuperen, no siempre les prestamos la atención que se merecen. Durante el descanso los músculos se relajan, la sangre se oxigena, el sistema inmune se fortalece y la memoria mejora.

Para garantizar un sueño de calidad, se recomienda dormir sin interrupciones entre 7 y 8 horas diarias. Asimismo, debemos aprender a escuchar a nuestro cuerpo y darle momentos de descanso a lo largo del día, evitando un sobreesfuerzo.

Sonreír

Sonreír de manera habitual tiene muchas implicaciones favorables tanto para las relaciones sociales como para nuestra salud: fomenta una mayor conexión con otras personas, nos ayuda a reducir el estrés y mejora nuestra memoria.

Concretamente, la sonrisa actúa en áreas cerebrales relacionadas con el placer, estimulando la liberación de sustancias como la serotonina, la dopamina o las endorfinas, neurotransmisores que intervienen en la reducción del estrés y la ansiedad. Por este motivo, al sonreír, nuestro cuerpo se relaja, permitiendo que liberemos fácilmente la tensión acumulada, además de reducir la tensión arterial.

Un hecho a destacar es que la sonrisa no tiene que ser genuina necesariamente para beneficiarnos de sus efectos. Según concluye un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Kansas y publicado en 2012, existen beneficios fisiológicos y psicológicos al mantener expresiones faciales positivas durante situaciones de estrés, aunque estas sean involuntarias. 

En definitiva, sonreír más, sea cual sea la situación, nos hará sentir bien.