Existen determinadas pautas y comportamientos que, incorporados a la rutina diaria, generan un impacto positivo en nuestro bienestar físico, emocional, mental y social. 

Integrar estas conductas saludables en edades tempranas puede favorecer que se mantengan en el tiempo, facilitando que los niños y niñas adopten de manera natural un estilo de vida saludable.

Hoy, en Sentirse Bien Se Nota, compartimos algunos consejos para que los pequeños integren unos buenos hábitos saludables.

Alimentación

Una de las principales formas de aprendizaje se produce por imitación, por lo que predicar con el ejemplo deviene un factor fundamental para inculcar a los pequeños unos hábitos alimentarios saludables. 

Comer en familia y seguir una dieta sana y equilibrada desde edades tempranas es un excelente camino para normalizar la comida saludable y, sin duda, más sencillo que intentar reeducar o reintroducir determinados alimentos cuando los niños ya tienen más edad.

Con los años y como consecuencia del consumo de productos ultraprocesados (con exceso de azúcar o de sal), el paladar de las personas adultas va adquiriendo determinadas manías o necesidades poco saludables, como añadir azúcar a la fruta o sal a la verdura. Sin embargo, el paladar de los niños pequeños todavía no se ha visto alterado

Si los acostumbramos al sabor real de los alimentos, como las fresas sin aliñar o las patatas hervidas, es más probable que en un futuro los acepten como tal sin tener la necesidad de adulterarlos.

Si bien los alimentos ultraprocesados no deberían estar presentes en su alimentación diaria, es importante fomentar una buena relación con la comida. En este sentido, se recomienda no prohibir ningún tipo de alimento menos sano si su consumo es esporádico y en casa no está a su alcance. 

De la misma manera, es muy desaconsejable utilizar este tipo de alimentos para premiar un buen comportamiento. En caso contrario, la mente podría generar una asociación positiva con el producto.

Hacer que los niños y niñas sean parte activa del proceso de compra -aprendiendo su procedencia, dónde se compran, diferencias, texturas…-, así como involucrarlos en la preparación de las recetas -cómo almacenar los alimentos para que no se malmetan, su proceso de preparación…- es una excelente forma de mostrarles la importancia de la alimentación más allá del mero acto de comer.

Actividad física

Para gozar de buena salud, se recomienda mover el cuerpo un mínimo de 30 minutos diarios. Los menores deberían dedicar parte de su jornada a actividades físicas, alejados de pantallas y gadgets tecnológicos. Actividades extraescolares deportivas grupales, como fútbol, hockey, patinaje y similares no solo les aportarán esta activación corporal requerida, sino que también son buenas actividades para desarrollar sus habilidades sociales.

Realizar actividades deportivas en familia es otra excelente forma para que los niños incorporen este hábito mediante el juego, a la vez que disfrutan del entorno y se fortalecen vínculos familiares. Aquí encontrarás algunas ideas para realizar en familia.

Higiene personal

En ocasiones, los menores perciben la higiene personal como unos deberes que deben realizar y lo clasifican a modo de obligación impuesta, pudiendo llegar a generar algún tipo de conflicto o disputa.

Por este motivo, es muy recomendable explicarles la importancia de lavarse las manos antes de las comidas y cepillarse los dientes después, las duchas o lavarse la cara al despertar para que puedan comprender su finalidad.

Sueño

El sueño es una actividad imprescindible para recuperar el equilibrio físico y psicológico, y en especial para el desarrollo infantil, ya que es cuando el cerebro consolida lo aprendido durante la jornada, mediante procesos de atención y memoria.

Otro de los pilares de un estilo de vida saludable recae en la higiene del sueño; unas determinadas pautas a realizar -desconexión de aparatos digitales, control de la luz artificial, cenas ligeras- que nos ayudarán a lograr un descanso profundo y un sueño reparador.

Si de pequeños aprenden a seguir una rutina de sueño establecida y la mantienen en el tiempo, esto les beneficiará a la hora de adoptar una buena higiene del sueño cuando sean adultos. Algunas pautas a seguir serían fijar una hora determinada para ir a la cama y avisar 30 minutos antes para que el menor se vaya preparando y relajando, utilizar la cama solamente para dormir (ni para jugar, ni para ver la televisión) y evitar los gadgets tecnológicos una hora antes de acostarse.